AFRODISA
–I–
De las fuerzas con que nos gobierna Palas Atenea, la diosa por Siempre Virgen
Hay una lucha continua, entre Atenea y Afrodita, que gobierna nuestras vidas. Es algo así como la lucha entre el frío y el calor. Es una lucha entre la castidad, inculcada por la virtud de la fusta, y el indómito poder de la entrepierna que nos asalta de pronto y nos trastorna el cerebro.
Diosa Pallas Atenea
Nuestra vida está gobernada por la severa influencia de Palas Atenea; la diosa virgen por los siglos de los siglos. Pues es la madre virgen de la civilización. La influencia de la diosa nos hace cerebrales, guerreros, y bastante frígidos. Atenea promueve las artes y es la diosa de la tecnología. Entre los amigos de la diosa está Hefaistos, el Herrero Divino que regaló a la diosa una lechuza voladora, hecha de puro bronce. Constaba la máquina milagrosa de infinitas piezas imposibles de contar, y se consideraba un prodigio de la herrería olímpica.
Sabemos que el espíritu de la diosa se penetra con sigilo en las mentes matemáticas, generando el casto regocijo de las cuentas bancarias y los saldos positivos. Ella nos protege de los riesgos en la mar. Para eso, llevada de su astucia divina, mantiene entretenido al dios de los mares, el viejo Poseidón, en unas partidas interminables de damas. Y así que entretenido con estos juegos inocentes, el viejo se olvida de agitar con su tridente las embravecidas y temibles olas del mar durante el verano. De ese modo, nuestros barcos llegan felizmente a todos los puertos donde descargan mercancías y se vuelven cargados de trigo y de cebada desde las tierras ricas en grano de todo el mundo.
Atenea es una divinidad poderosa y una Virgen Recia, por demás. Y, a pesar de los milenios transcurridos, no se le conoce ni un solo desliz que ponga en duda su virginidad. Es, por eso, la protectora de las doncellas estrechas y de las viudas virtuosas; todas ellas castas por decreto divino. También se la conoce como la Virgen Vengadora; pues venga a las doncellas ultrajadas y es castradora de violadores.
En un libro sobre el amor, parece fuera de lugar que se traten las cosas de Atenea y las ataduras con que nos gobierna. Pero, en verdad que la diosa misma, y toda su legión de servidores, nos gobierna mucho antes de haber nacido. Lo gobierna todo. Desde las castas costumbres, pasando por la milicia, el comercio, y hasta los chismorreos mismos de la gente.
Todo lo que hace a Atenas fuerte y poderosa, gravita en torno a la castidad; virtud obligada de toda civilización. Y esta castidad está inspirada y controlada por Atenea, la Virgen Guerrera, por los siglos de los siglos.
Así que siendo esta diosa tan importante para la civilización de Atenas, me veo obligado a empezar este libro cantando sus virtudes innumerables. Y aunque el amor no sea el atributo de esta diosa, no es una buena idea ofender a la diosa Atenea. Es muy celosa.
Pueden comentar este cuento si lo desean
Mailto: leopoldo.perdomo@gmail.com